Que la educación es lo único que puede cambiar el mundo parece cierto, que lo hace demasiado despacio y necesita ir acompañada de una revolución, es seguro.
Tras la revolución de la normativa de pesca en Castilla y León, 2014 era el momento de plantear un curso de pesca a mosca.
Con el empuje de Alfonso Soria, Aems-Rios con Vida escogió un lugar escondido, allí donde la mosca no se contempla como una alternativa, aunque a sus ríos les sobra carácter, bravura y paisanajes únicos, la Cabrera Leonesa.
Éste sigue siendo territorio de montes oscuros, de rocas a flor de piel y aguas recias hiriendo el paisaje.
¿Seguirá siendo la tierra que caminó Ramón Carnicer aquel verano de 1962?... o como dicen por aquí, desde que a los jóvenes “les pegó la enfermedad de marchar” el paisanaje ausente ha transformado el paisaje.
Tras la revolución de la normativa de pesca en Castilla y León, 2014 era el momento de plantear un curso de pesca a mosca.
Con el empuje de Alfonso Soria, Aems-Rios con Vida escogió un lugar escondido, allí donde la mosca no se contempla como una alternativa, aunque a sus ríos les sobra carácter, bravura y paisanajes únicos, la Cabrera Leonesa.
Éste sigue siendo territorio de montes oscuros, de rocas a flor de piel y aguas recias hiriendo el paisaje.
¿Seguirá siendo la tierra que caminó Ramón Carnicer aquel verano de 1962?... o como dicen por aquí, desde que a los jóvenes “les pegó la enfermedad de marchar” el paisanaje ausente ha transformado el paisaje.
La tarde anterior al curso visité
el río y probé la indiferencia de las truchas. Apoyado en el maletero, casi en
cueros y con el vadeador en la mano, el pastor me lanzaba su aliento de lana y sus
ojos claros extraviados hacia el infinito.
-“Ahora, han puesto la ley al
revés, y ya no podemos pescar… ¿qué le parece?” me interrogaba.
-“¿Cómo qué no, hombre?, se puede
pescar igual, pero de otra manera. ¿Ha visto?, yo pesco a mosca.”
-“¿A qué dice usted?, bobadas,
aquí antes se pescaba a mano y ahora no dejan. Se acabó pescar”
Tal vez el pastor tenga un lapsus de treinta
años, pero es cierto que algunas mentiras se enquistan como verdades supremas a
fuerza de repetirlas.
La experiencia del Campe nos ha
servido de inspiración. Este socio de Aems ha conseguido en pocos años
transformar un pequeño río de Teruel envejecido y azotado por obras y furtivos,
en un paraíso de pesca sostenible, vigilado y lleno de truchas de talla patagónica
con un éxito reproductor envidiable. ¿La clave? Educar. Enseñar transmitiendo
una pasión: La pesca a mosca.
La buena gestión de la Junta
Vecinal de Valdavido ha rescatado su escuela de la ruina convirtiéndola en un espacio
multicultural para conferencias, cursos y encuentros. Un espacio de educación y
de futuro en medio del escombro de un Caserío momificado y en ruinas, donde la
Iglesia y la Escuela dan fe que tiempos pasados fueron si no mejores, al menos
mucho más bulliciosos.
El sábado 10 de mayo, un puñado
de valientes se acercaron con curiosidad al salón. Alfonso, Javier y yo les
esperamos con la misma curiosidad. Pescadores locales, foráneos, guardas,
hosteleros, paseantes y hasta un guía de pesca completaron el grupo de alumnos.
La mañana del sábado se
impartieron charlas sobre ecología
fluvial, biología de la trucha, importancia de las poblaciones autóctonas, problemática
de las repoblaciones y furtivismo. Esa misma tarde se dieron unas clases prácticas
de lanzado en el rio Eria.
La comida compartida en el bar de
Truchas era un bullidero de nuevos proyectos, nuevas charlas y un sinfín de
anécdotas de truchas y gentes que hicieron pasar el tiempo veloz y lleno de
risas.
La experiencia de Campe habla de
furtivos reconvertidos en mosqueros que ahora cuidan el rio y lo vigilan. No
aspiramos a tanto, pero más de uno apuró el río casi hasta la noche, probando
sin descanso eso del “swimg” que empezaba a mover el bucle.
Tal vez baste con hacer vibrar esa
pasión un instante, esa pequeña pequeña chispa que enciende la revolución interior, cambiando
costumbres y despertando otra forma de entender el río.
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