martes, 29 de mayo de 2012

PERLAS TROPICALES

La humedad y el calor se atan, dando la oportunidad de vivir durante unas semanas en un clima tropical. Si hay agua, el empuje del calor levanta selvas verdes sobre cualquier erial. Las cunetas son parterres de gusto inglés y las riberas junglas profundas donde se achantan los corcinos y canta la oropéndola.



Encuentro el río nevado de flores de ranúnculo. Bajo ellas, un deshielo cristalino de aguas que van templando. El alboroto de pájaros compite con la grillada del prado, parece un bar de copas en hora punta, donde todo el mundo quiere conocerse y lucir palmito.



Al viejo aliso le ha nacido un inquilino. Es un árbol centenario, pero sus raíces nudosas y ajadas parecen gustarle a este frágil helecho. La primavera renace ilusiones y enlaza extraños compañeros de orilla.


En la torre duermen los cigüeñatos y su madre pone el ojo en la charca, mientras el calor sube un rumor de abuelas que tricotan al sol con periódicos en la cabeza.


Llegan las moscas. Lavanderas y mosquiteros me avisan del maná. Con los dedos engrasados atuso las alitas de mi señuelo y meneo los hombros como el torero que sujeta el capote con los dientes. Vamos allá.



Suben las truchas decididas a no dejar pasar un bocado y confundidas en el frenesí de la ceba comen el engaño. "Sonría, por favor", foto y al agua buscando un escondite oscuro.




El padre Esla también reverdece con las hojas nuevas. Con el escenario al completo y los figurantes vestidos de gala, llega la mosca que cierra la última semana de este mes que vivimos en el trópico. Vuela la gran perla, la mosca de mayo.

Una cebada rompe la tabla en dos, que empiece el festín.



viernes, 18 de mayo de 2012

PRISA

13:58h. ¡Ring!!!.. Perdonarme un segundo. La oficina echa humo.
¿Sí? Lo sé, te dije que esta tarde. Sabes que no lo olvido, ya te lo dije el lunes. Que sí, sin falta.

14:02h. ¿Seguimos? Caras largas. Me da igual cómo, el sábado os quiero aquí.

14:03h. ¡Ring!!!.. Un minuto. Dile que no estoy, que te deje recado. Resoplo.

14:07h. Señores finalizamos la reunión. Lo acabamos por mail. Recordar lo del sábado. Miro el reloj...¡deprisa!

14:09h. Voy al baño. Me pongo las mallas bajo el pantalón. Vuelvo a la oficina.

14:11h. Señores, vámonos que he quedado. ¿Cierras tú? ¡Gracias!

14:15h. Carrera hasta el parking. ¡Hasta la tarde!

14:21h. Abro el coche, bocata en el salpicadero, manzana en el asiento. Tengo 129 minutos.

14:55h. Dos rotondas, un stop, tres pueblos, caravana de vacas y rastros de tomate en el volante. Abro la puerta. Ya estoy aqui.

14.57h. Nivel alto, canoso pero pescable. ¿Se ven cebadas? Me quedan 83 minutos.

14:58h. Escarpín en una mano, segundo tramo de la caña en la otra. Mordisco a la manzana. ¿Se ven cebadas?

15:06h. Chaleco, gafas, sacadera... ¡Qué difícil es beber caminando! Me quedan 74 minutos. ¡Deprisa!

15:08h. Ojos bien abiertos. Cruzando la rasera un pie se me enfría... ¡me dejé el calcetín en el capó!.... ¿cerré el coche?... ya da igual. Me quedan 74 minutos ¡Deprisa!

15:13h. Mis ojos me detienen: pardón en ascenso rumbo a la luna. Mis dedos aprietan el corcho, ya están aquí.

15:18h. ¿A qué huele? La tierra empapada llena de olores el aire. El pasto está a punto y me recibe con su verde nuevo salpicado de botones amarillos.


La hierba suena en el vadeador como un cepillo nuevo. Las escobas se engalanan. En la ladera aparece el bosque a medio vestir con los fresnos brotados, las salgueras emplumadas y algunos cerezos todavía en flor, sólo los robles dormitan.





Entro despacio. Como Narciso, las paleras se miran en el agua y el rio se vuelve verde. Apenas nueve grados, caudal hasta la bandera y pardones girando en los remolinos con las patitas inquietas.


La linea sale por la puntera, grasa en los dedos y los gestos cotidianos me aceleran el pulso. Por encima de las gafas mi vista barre el río. Una cebada, sólo necesito una cebada...
Un catorce tendrá que valer, no habrá tiempo para cambios. Esa  emergente rabona me gusta, las otras han quedado escasas. Una, dos y tres vueltas, hacer el nudo parece un ejercicio eterno.
Miro el bucle en el aire, su tic-tac sigue el ritmo de mi respiración. Sobre él unos brotes tiernos de fresno se desperezan agitados por el viento. El verde de mi mosca se esconde entre el verde del río, el verde de las hojas y esas coquetas paleras.


¡Allí! Ceba sobre subimago de rhodani. Giro el cuerpo como una torreta rígida y armada, fijo objetivo y lanzo. La primera posada draga sin remedio. Tirando de freno de mano, la tercera cae con serpentina y al fin baja libre.
¡Ahora! Clavo pero ya no está, ni me he dado cuenta. Miro distraido y revivo el lance una y otra vez, demasiada línea en el agua, no volverá a subir.

Otra cebada me regala una segunda opotunidad. Pienso el lance y poso girando elástico como el cuerpo de un bailarín. ¡Ahora sí!, Clavo. ¡Recoge, recoge!... se soltó!
Bajando los brazos respiro y miro el reloj. Se acabó el tiempo. Camino hacia el coche con andar lento y paso largo, mientras una sonrisa bobalicona me sube a la cara.
Con las ventanillas bajadas, de vuelta al trabajo, canturreo en el coche con el sol sobre los hombros.

16:58h. Tienes dos esperando en la puerta de la oficina. Mecánicamente asiento con la cabeza.

17:00h. Hola, buenas tardes, le llamamos por la mañana y como ya le dije tenemos mucha prisa...

Con parsimonia les invito a pasar. No recuerdo por qué era todo tan urgente.
El ruido llena las horas con teléfonos, niños, voces y preguntas que no paran de sonar. Pero en mi cabeza sólo escucho la risa del agua, saltando una y otra vez sobre mi sonrisa bobalicona.

¿Prisa? ¿Qué es prisa?



"Algunos hombres van a pescar toda su vida,
sin saber que no son peces lo que han ido a buscar"

HENRY D.THOUREAU (1817-1862)