miércoles, 8 de mayo de 2013

LUNES con CARMELO

Cuando Bicho Producciones me ofreció acompañarles en la grabación de un documental de pesca no lo dudé. No sólo por el tema del documental, mostrar la pesca a mosca en un río calizo de montaña, sino por la oportunidad de acompañar a uno de los pocos guías profesionales que trabajan en España: Carmelo Villar.


Carmelo  lleva muchos años guiando pescadores de medio mundo que acuden a España como destino de pesca o amplían su viaje de negocios unos días para probar suerte con las esquivas truchas españolas.
 
Se podría pensar que alguien con tantos días de río tiene todas las respuestas y garantiza resultados. Pero no es así. Más kilómetros de río acumulan más preguntas y ponen un punto de prudencia que le aleja de cualquier tentación de pontificar, haciendo cierto el dicho de que la humildad es privilegio de los sabios.
 
Las cámaras de Bicho querían recoger un día de pesca en un río pequeño que nace discreto pero  va ganando caudal gracias al aporte de pequeños acuíferos que manan agua filtrada y cristalina. Con la suma de medio centenar de pequeños ojos de agua se forma un río largo, más incluso que algunos conocidos ríos trucheros, pero que está tan olvidado que ni siquiera aparece en la normativva de pesca. Sin ningún tipo de protección parece increíble que mantenga una población boyante de truchas a las que sólo ampara las solapas de los taludes y la indiferencia.
 
 



Los pescadores españoles tenemos poca cultura de guía de pesca. Únicamente en el extranjero nos permitimos ese gasto por miedo a quebrantar alguna normativa que de al traste con nuestro viaje.
 
Cuando pescamos en casa nos ponemos en manos de nuestro instinto, las indicaciones de algún amigo o los últimos comentarios de internet, considerando un lujo contratar a un profesional que guie nuestros pasos por un rio desconocido.
 
 
Sin embargo desde hace pocos años la tendencia está cambiando. Cada vez se anuncian más guías de pesca en España. En muchos casos son trabajos esporádicos de pescadores con pocos días de experiencia en los ríos que ofertan y que se limitan a trabajar de acompañantes o chóferes con tarifas subidas de tono.
Si buscamos guías profesionales en España con más de quince años de experiencia, sobran los dedos de una mano para completar la lista. Carmelo es uno de esos guías, capaz de controlar las cebadas de la tabla mientras por el rabillo del ojo vigila al pastor que llega como un general al frente de sus tropas.
 
 
Este río produce mucha comida y sus truchas están fuertes y orondas. Aparecen como fantasmas tomando la mosca con la agresividad de quien no ha probado el acero. Los mastines vigilan la escena y se detienen entre los melojos mientras el rebaño avanza.
 
 
 
 
Con buena conversación el día pasa deprisa. La tarde se escapa y Carlos nos observa desde el talud espiando nuestra charla desde los micros mientras pescamos. Las truchas ya no se asoman, pero tras la tormenta la calma anima a posar línea sobre el agua.
 
 
El pastor también se va. Le acompañan su burro y su caballo, que se mezclan con las ovejas como dos parientes desgarbados que vuelven a casa con el rebaño.
 
 
Desde el hotel veo los cerezos en flor sobre los ojos del puente. Es lunes pero el café y los pinchos saben a menú de domingo.
Carlos, Carmelo y yo brindamos por los benditos lunes de pesca.