miércoles, 22 de febrero de 2012

GALLOS DE PLUMA

Merece la pena darse una vuelta por el valle del Curueño y respirar ese aire misterioso de los pueblos que poseen tesoros ocultos. Los gallos se oyen por todas partes, pero son difíciles de ver, sus dueños los esconden de las miradas curiosas de los forasteros y de la pelusilla de los vecinos.


Tanto se ha escrito sobre los gallos de pluma leoneses y desde tan antiguo, que no me atrevo a añadir nada más. Hay mucho de verdad y algo de leyenda, buena prueba de la mucha Historia y las muchas historias acumuladas en estas plumas.
Indios y Pardos son palabras viejas que siguen vigentes como seña de identidad. Sumados a ellas, apellidos tomados de lo que antiguamente era cotidiano: flor de escoba, corzuno, acerado, tostado, rubión...



Los tradicionales mazos juntan las plumas por docenas que se exportan a medio mundo. Es curioso leer palabras como pardo corzuno o indio negrisco en catálogos  extranjeros y ver como se pagan precios desorbitados por unas plumas que usan únicamente para hacer colas de efémeras.




Últimamente la feria anual de Paris recibe algunos distribuidores españoles que insisten en mostrar nuestros montajes clásicos: los tricópteros de riñonada leonesa.
Algunos diseños antiguos no han cambiado casi nada a pesar de los años. Quizá porque su diseño ha funcionado en todas las épocas y todas las situaciones y sigue haciéndolo en los ríos de hoy. Los tricópteros de riñonada leonesa tienen un diseño primitivo: cuerpo, tejadillo de riñonada y cuello. Tres piezas sencillas que forman un diseño perfecto y muy versátil. Cada una de las piezas admite todas las combinaciones de color que imaginemos con un muestrario amplio que imita un gran número de especies.



Son moscas a incluir en la maleta de cualquier viajero porque demuestran su eficacia en cualquier río del mundo. Más de un amigo al contar su exótico viaje de pesca ha terminado con la anécdota de "... y entonces puse ese trico de riñonada que me gusta y empezó el festival".

Recuerdo un montañero francés de ruta por Pirineos que se acercó corriendo al verme con la caña cerca de una cumbre. Casi sin resuello enlazó dos preguntas, la primera "¿español?" y la segunda "¿moscas de León?" señalando mi caja.
Al decirle que si a ambas preguntas, gesticuló en francés y sólo entendí algo como "Obigó, Obigó muy bueno". Abrí la caja y señalando mis moscas en cdc yo insistía con las únicas palabras que sé en francés: "Cul de Canard". Pero el negaba con la cabeza "No, no, Cull no" y señalando mis tricos repetía "Coq, coq de León si bueno".

En los últimos años los vaivenes de la moda han arrinconado un poco estos montajes, perdiendo terreno frente a otros materiales más nuevos y con mejor difusión publicitaria. Pero las modas les sientan bien a los ríos. Unos años sin ver tricos de riñonada por el agua y las truchas olvidan el engaño, pudiendo pescar de nuevo con ellos como si fuera la primera vez.



De entre todo el catálogo, me quedo con tres modelos que a pesar de sus años aun son talismán en muchas jornadas trucheras: mosca pitillo, patosa y saltona paja. A ellos voy a dedicar las próximas entradas.


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