martes, 5 de marzo de 2013

EN EL AIRE

Las chiribitas llevan una semana en el parque. Sus pequeñas flores blancas huelen el aire nuevo y no se arrugan con la nieve ni las heladas. Saben que han de aprovechar el momento, en pocas semanas, el sol y la humedad levantarán el pasto y quedarán ahogadas en un mar de hierba alta.


Avellanos en flor bajo la ventisca, cigüeñas redecorando su nido, carboneros cantando el caca-fú y ahora estas pequeñas margaritas blancas. La primavera está en el aire y las señales están por todas partes.


Quiero ver el agua, me voy al río. Con un sol inesperado subo al coche disfrutando de doce grados fuera. 
El aire cambia de olor.
Las riadas han movido bancos de arena y han cambiado pozos y esquinas. Baja perfecto, cristalino y limpio. Las orillas están bien fregadas con lodos blandos que se llenan de trasiegos y huellas, todo el mundo está muy atareado con el nuevo olor del aire.



Encuentro un agujero a la sombra del talud y preparo la emboscada. Con la cara  escondida, pego mi sombra al suelo y calculo la trayectoria. Es un lance muy corto, con el señuelo bailando sobre el fondo bien arrimado a la linea de raices. 
Veo el escenario desde primera fila. Un luciete responde a la provocación y ataca el engaño. Puesto en pie, me delato mientras lo rindo.



Cruzo el río sobre un lecho blando y relimpio, el agua violenta ha levantado cordilleras de arena y grijo. 
Desde la otra orilla veo la frontera oscura del talud. Árboles caidos, rocas apiladas, recovecos y laberintos. Los cazaderos están ocupados por hambrientas bocas escondidas.

Lanzo a la orilla contraria paseando el perro con un descaro provocador. Al segundo lance saco el señuelo del agua  y un remolido da media vuelta y se vuelve a la sombra. Ha venido detrás todo el tiempo, siguiendo el marciano de goma con curiosidad. 
Sin pensarlo lanzo adelantado a la trayectoria del pez, se lo va a encontrar de frente en el camino de vuelta. La maneta para en seco, cabezazo y chirrido del carrete. Ha funcionado. Surfeamos un poco y  al acercarlo a mis piernas lo abrazo bajo la barriga como quien levanta un bebé.
Es grande y tiene un buen mordisco en la cola. La vida emboscada es dura, siempre hay alguien mayor que tú. El vientre abultado indica que los reproductores se están colocando, esperando la freza en su garita.



Con los pies descalzos me siento en el coche. Las botas, sucias y cansadas me miran como dos perros tras su día de caza. Sueñan con la próxima jornada, deseando comer kilómetros de río.
Mis botas también lo huelen y han cogido el rastro, porque la primavera está en el aire y se mezcla con el agua.





6 comentarios:

  1. Bien cierto, tus botas devoran kilometros. No entiendo como a veces no arden con la velocidad de la fricción. ¡¡ Ya queda poco !!

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  2. Cierto es Álvaro, la primavera se va notando poco a poco. En los prados detrás de mi casa he visto ya la primera flor!!! Poco queda ya para mojar las moscas tras las truchas.

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  3. Una entrada preciosa, como es habituar velas en tu blog. Enhorabuena!!

    En cuanto a las flores, por aquí en el sur ya se ven muchas, y las abejitas hacen buena cuenta de ellas.

    Un saludo!!

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  4. Una buena jornada y un bonito relato. Enhorabuena Álvaro.
    EL olor a primavera ya va llegando a todos los rincones de la península para darnos un respiro.
    ¡Un saludo!

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  5. Esperar la apertura es como preparar un viaje, se disfruta tanto como viajar... ya queda muy poco, así que ¡a disfrutar!

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